“Este caldo se lo sirve en plato de barro y con cuchara
de palo”
Por: Paola Pillo
En el sur de quito también hay un lugar muy apetecido en donde
al mirar a muchas personas y carros
estacionados en esa esquina llama la atención de ¿que será? ¿Tal vez el sabor o
el olor?, pero siempre hay algo que atrae en esa esquina, donde al observar se
ve como mucha gente se deleita con un
gusto insostenible, saboreando diferentes caldos que ofrece doña Rosita
Llumiquinga, propietaria del negocio.
Se venden sopas de diferente sabor, entre ellas está el
caldo de gallina, caldo de pata, pero el que más sobresale es el caldo de 31. La
manera de atender a la clientela y el entorno de paz que se respira en el
negocio son las características que dan un sabor particular al caldillo.
El caldo de 31 es preparado con las vísceras de ganado vacuno, es cocinando por más de dos
horas, tiene un secreto especial porque
se lo cocina como en la antigüedad en cocina de leña, con varios ingredientes
naturales lo que hace diferente que la
gente lo saboree con deleite único y muy especial.
Empieza la preparación, junto a su marido y su hijo, se
reparten el trabajo que debe hacer cada uno, su hijo Fernando de apenas 10 años
dice que la ayuda porque ella tiene dolores
de espalda, es buena le regala la colación para ir a la escuela, se
siente muy orgulloso de ella y dice que siempre le ayudará.
Rosita dice que el caldo
lo prepara de la siguiente manera “primero en la olla grande pongo a freír el aceite con cebolla blanca, paiteña
y ajo, cuando ya está hirviendo lo mezclo, con las tripas de ganado bien
lavadas y las cocino dos horas o hasta que las tripas estén bien, pero bien
cocinadas, hasta que al momento de servir
le pongo el picadillo” entre conversa y conversa con su marido y su hijo el caldo de 31 ya está listo para la venta.
Mientras Rosita Llumiquinga empieza a limpiar el local hace una oración pidiéndole a Dios que venda
todo para poder seguir adelante porque dice que Dios es el principal medio para
que exista la fuente de trabajo, además le pide que la clientela vuelva para
que siga consumiendo su caldo de 31. El costo es de 1.25, “yo no puedo exagerar
porque el precio que pongo es justo para que mi cliente no se vaya”, dice
Rosita con una sonrisa en su rostro.
La venta empieza a partir de las 6 de la tarde y la
clientela empieza a llegar, “la señora tiene un carácter muy bueno y aparte de
eso es un plato muy especial ya que aquí
lo sirven de manera diferente y a lo antiguo, por ejemplo lo sirven en plato de
barro y con cuchara de plato, sino el sabor nos sería el mismo, dice Mauricio Gualán
cliente de doña Rosita.
Para quienes ya conocen el lugar servirse el caldo de 31 resulta
muy apetecible, barato y es un estado saludable, ya que según Blanca, cliente
fiel de doña Rosita dice que “el caldillo es bueno para las personas embarazadas,
para el chuchaqui es excelente, levanta el ánimo y queda fresquito para otra
vuelta, además que es bueno para el dolor de estómago de los niños porque lo
mantiene duro”.
Como a todas las personas que quieren que esta tradición
se mantenga, a esta mujer llena de virtudes luchadora que saca adelante a su
familia y no se da por vencida también le gustaría que sus hijos continúen con esta
tradición y la preparación de este caldillo que es muy apetecido, sobre todo
porque el uso de los platos de barro y las cucharas de palo ya no es común, “mi
mayor ilusión es que mi negocio se extienda y nunca se pierda” dijo Rosita” Llumiquinga con la voz triste.
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