Greta Canencia
Lunes 23 de diciembre de
2013
Alcoholismo
y abandono
En
Ecuador, igual que en otros países de América Latina existen personas con
problemas de alcoholismo, que abordan la falta de control personal frente a las
bebidas alcohólicas y lo manifiestan con su ansiedad por no
consumirlo. El consumo se da tanto en hombres como en mujeres. Aunque en esto
último en menor porcentaje. Se reúnen por lo general los fines de semana, sin
excluir los días laborables como pretexto de compartir entre amigos o
familiares, aunque no siempre es en este sentido. Ya que a veces buscan las
maneras para embriagarse con o sin compañía cuando sienten la urgencia de beber
por cualquier motivo, cualquier día y sin medir las consecuencias.
Son
las siete de la noche del primer miércoles de febrero de 2011, Mariana Guaranda abandona su casa con rumbo
desconocido, llevándose consigo a Estefanía Berrones (10) la mayor de sus hijas. Mariana tiene alrededor de 37
años, de estatura mediana, piel canela, cabello largo y obscuro y al verla
inspira timidez.
Tres
días después de no saber nada de Mariana, su conviviente Mauro Berrones informa
a la familia que ella no ha regresado y que el resto de las niñas se encuentran
deprimidas a causa de ello. Carmen Guaranda (41) llama por teléfono a su media hermana Lucila
Anchapaxi para comentarle lo ocurrido.
Lucila
Anchapaxi (49) siente desesperación
y angustia. Decide informar a la policía para que den con
el paradero de su media hermana. Semanas antes había ocurrido algo parecido,
pero regresó al día siguiente. A causa de ello Lucila advirtió a Mariana que si
vuelve a ocurrir se lo haría saber a las autoridades, y así lo hizo.
Lucila
y su cuñado Patricio Cantocuamba (43) el 17 de febrero de 2011 se dirigen a la
JMPDNA (Junta Metropolitana de Protección de Derechos de la Niñez y la
Adolescencia (Administración Zonal “La Delicia”) ubicada en la calle Unión y
Progreso Oe 482 y Av. De la Prensa para denunciar que María M. Guaranda Y. ha
abandonado a dos de sus hijas para ir a divertirse y beber con sus amistades.
Quienes se encuentran sin el suficiente alimento cuando ella no se encuentra en
la casa y lo para la familia lo más preocupante de esta situación es que tanto
la niña que acompaña a su madre y sus hermanas están expuestas a peligros, ya
que sus tíos quienes viven cerca de ellas no cuentan con el suficiente tiempo
para cuidarlas. Pues cada quien tiene actividades laborales, familiares
(hijos/as) y personales que cumplir.
Mauro
B. trabaja como chofer en una empresa de maquinaria pesada “Máximos” desde hace
algunos meses, su horario de trabajo inicia desde las siete de la mañana hasta
las cinco de la tarde, su lugar de trabajo no es fijo por lo que hay días que
llega casi a la media noche y en la mañana debe salir antes de las cinco de la
mañana. En este lapso de tiempo las niñas no cuentan con ningún tipo de
protección de parte de sus padres por lo que en este punto es necesario decir
que es un asunto crítico. En su escaso tiempo libre intenta comunicarse con sus
hijas, a veces sin respuesta. Para verificar que se encuentren bien. “Las
llamo, pero a veces no responden, me quedo preocupado y trato de llegar rápido
para ver que todo esté bien”, dice Mauro.
Salma
D. Berrones G. (3) la menor de las tres al verla no expresa tristeza, se
entretiene con sus muñecas y juguetes, Wendy intenta cuidarla y alimentarla.
Casos de alcoholismo como estos, cuando hay
niños/as de por medio son difíciles de resolver. De las 912.576 personas de 12
años y más que afirmaron consumir alcohol según la encuesta realizada por el
INEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) en el 2013 donde se incluyen
bebidas destiladas, vino y cerveza los resultados arrojaron que el 89,7% son
hombres y el 10,3% mujeres.
“Las
niñas tienen claro que su mamá es alcohólica, y aun así Wendy nos dice que
extraña mucho los cuidados de su mamá” cuenta Lucila, tía de las niñas.
Para
iniciar, la Abogada Carolina Calderón Meneses (Secretaria Abogada) proporcionó
a los denunciantes una boleta de notificación como medida de protección
emergente. Luego de este trámite Lucila
y Patricio creyeron que la atención y verificación sería inmediata y oportuna,
pues se trataba de niñas.
En
el caso de estas niñas no se archivó la denuncia porque tanto Lucila como
Patricio presionaron a las autoridades para que se dé seguimiento, luego de
tanta insistencia se consiguió que los policías de DINAPEN visiten la
residencia de las niñas, ubicado en Pifo Barrio Itulcachi y constaten la
denuncia. En esta inspección no se encontraba Mauro por lo que las autoridades
no ingresaron al domicilio.
Días
después cuando regresó Mariana en estado etílico, sucia, despeinada y con ropas
desconocidas. Se muestra agresiva porque pide dinero para el taxi y no se lo
dan. Sus hijas en ese horario se encontraban en la escuela, no vieron así a su
madre. El mismo día Lucila es comunicada de la llegada de Mariana, espera un
tiempo oportuno para encontrarla sobria e informarle que se ha puesto una
demanda en su contra por exponer a sus hijas a peligro. Estefanía quien
acompañaba a su madre no fue ese día a clases, además no había hecho su tarea,
sus calificaciones son bajas y ella no se preocupa por sus evaluaciones.
Sus
tías preocupadas hablan con ella para constatar si no estuvo expuesta a algún
tipo de peligro, Estefanía afirma que no y cuenta que esos días se la pasaron
en un hotel con unos amigos de su madre. Dice su tía Lucila que Estefanía le
contó que intentó comunicarse para tratar de explicar el lugar donde se
encontraban, pero su madre no se lo permitía.
Al
día siguiente, Lucila visita a Mariana y le informa que tiene una demanda en su
contra y que debe acudir a dar su testimonio en la fecha y hora indicada en su
Boleta de notificación. Mariana al
recibir el sobre rompió en llanto y
pidió disculpas afirmando que no volvería a ocurrir. Pero al parecer eran
promesas repetidas cada vez que se iba a satisfacer su vicio.
La
audiencia era para el miércoles 06 de abril de 2011 a las 8H15 en la sala de
audiencia de la JMPDNA donde se pretendía la finalidad por parte de la
autoridades que se presenten las pruebas y de donde fueron obtenidas.
Patricio
cuenta que cuando podía y tenía tiempo alimentaba a sus sobrinas “era triste
verles sucias y con hambre y parece que en la escuela las niñas se sienten
estigmatizadas por el accionar de su madre, dijo, con la mirada perdida.” Lucila contaba que en la escuela los
profesores apoyan la denuncian ya que se sienten preocupados del bajo
rendimiento de las niñas, y que cada vez es peor.
Mariana
es solicitada en la escuela de sus hijas “Enrique Ponce Gangotena” para hablar
con el profesor Marcelo Guallichico quien cuenta que no asistió a la cita en
dos ocasiones pero después presionada por sus hermanas acudió donde se le
informo del rendimiento de sus hijas. Además de que iban a clases con el
uniforme sucio y a veces mojado.
Gladys
Guaranda (32) otra de las hermanas de Mariana confirma lo que el profesor de
sus sobrinas dijo. “A veces me daba tiempo para lavarles el uniforme, pero no
se secaba y ellas por no irse con otra ropa, se iban con el uniforme mojado”,
dijo, rígidamente. Pareciera que aún le incomoda recordar esos días en los que era
común despertarse una mañana y enterarse que su hermana no durmió en la casa y
que sus sobrinas tenían hambre y tristeza.
Luego
de la denuncia Mariana mostró algo de temor de que la separen de sus hijas por
su comportamiento, prometió cambiar “aunque no ha sido fácil cada día me siento
mejor”, dice con tranquilidad.
En
la actualidad luego de tanto trámite y verificación, Mariana debe recurrir a
terapias cada viernes en el Hospital Psiquiátrico "JULIO
ENDARA" Conocoto - Cdla. Hospitalaria, donde se realizan chequeos médicos y
psicológicos, comparte experiencias y testimonios con personas que han pasado
por situaciones similares y que intentan recuperar lo que han perdido.
“Me
siento bien, tranquila, sana y con menos miedo. Cuando me iba era feliz por
encontrarme con mis amigos, porque paso con mis hijas, converso con mis
hermanas”, dice Mariana con tono pausado.
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