Por: Víctor Hugo Silva.
He aquí el
ejemplo de un buen sitio que podría llegar a ser excelente si lograse
difundirse de mejor manera. Bien ubicado en San Marcos, en la popular “Mama Cuchara”
barrio tradicional de la capital, dispone de un local ideal para este tipo de
servicio. Desde la entrada uno puede percibir el suave aroma a especias
naturales y así adentrarse a esta nueva propuesta. Desde su acogida, a cada
paso, se puede uno fijar en los detalles que acompañan la atención de este muy
particular lugar.
Luces enmarcadas
por botellas recicladas. Verde, pardo, verde, pardo, es el juego colorido que
da la bienvenida a sus visitantes. En sus paredes, un camino de flores guía al
paladar. Alrededor de quince escalinatas de piedra y abrazados por el frio de
las seis y treinta de la tarde –invierno-
son al parecer obstáculos a los que uno debe enfrentarse para acudir al
llamado de los dioses, o mejor dicho al del vientre. Al final de los escalones,
un Quinde colocado intencionalmente en la pared, tintinea, es el llamado para
que se abran las puertas de ingreso a la segunda planta. De ahí, la aventura
cobra otro matiz.
Extasiado con el
aroma, Diego, empleado del local, nos da
la bienvenida.
Si con ese buen
agrado uno es recibido, como no volver a esos sitios que le hacen sentir como
en casa. Empieza el viaje, un mundo de sabor, color, armonía y delicadeza nos
espera. En cada uno de sus espacios se nota la dedicación que su dueña, Lorena
Criollo, y su hija, << llevan como buena tradición familiar, el mismo
nombre>> le han brindado a este lugar, no solo de comida sino también de
artículos “underground”, comenta entre risas.
Un tono de
recuerdo que acompaña a la memoria, ayuda a transitar por los pasillos. Las
tablas rechinan a cada paso que damos. Acompañados por la emoción, no se sabe
ni por donde empezar, al rato, la mirada queda flechada por una bicicleta,
empotrada en el suelo, pero en su parte
trasera llevaba una licuadora. Desde allí empezaría el descubrimiento de este
espacio muy especial.
Dispone de un
patio muy al estilo español. Un árbol de pino, una pileta, donde al criterio de
muchos, las personas depositan sus sueños. Tres mesas de cristal, varias luces
colocadas, al parecer, en una especie de tendedero iluminan el ambiente y esta peculiar
bicicleta, asentada en el lugar, marcan la pauta de lo que será una aventura de
muy buen gusto.
Tratándose de un
restaurante alternativo, la decoración utiliza solo materiales que puedan ser
reciclados y reutilizados –casi todo—. Botellas cortadas por la mitad, son parte
de una lámpara echa a mano. En su base se puede divisar una tetera, que al
parecer, era de la abuela y no quedaba mas remedio que darle un mejor uso y así
encender el deleite de los visitantes.
Máscaras y
figuras de animales representativos de la sierra y costa ecuatoriana, acompañan
la sala galería, que no solo ofrece artesanías realizadas por manos
ecuatorianas, sino productos orgánicos elaborados por sus dueños. Las mermeladas
de sabores exóticos: papaya, jengibre, ajonjolí, kiwi, son algunos de los
frutos y especias que se utilizan en la elaboración de las mismas.
-Las personas se
acercan y preguntan, ¿cómo hace sus productos?, pueden visitar su cocina.
-Sí, responde
doña Lorena << pero le gusta que le llamen Pastora>>- , mientras
hace una mezcla a base de especias y vegetales-
-Y.., ¿ustedes
qué les comentan?
-Que son
ingredientes totalmente naturales, pero que la receta, se queda bien guardadita
en la familia…
-¿Usted es algo curioso,
me dice?, -sonríe-
-Bueno es parte
de la profesión y un síntoma del ser humano – respondo-
-En eso tiene
razón, la gente se acerca y desea saber cual es el secreto, pero como le digo,
eso se queda bien guardadito…
Nos seguimos
adentrando cada vez mas en este mundo de ideas multifacéticas y coloridas,
descubriendo que las manos del Ecuador no solo que atrapan penales en los partidos de final de Copa Libertadores
de América, sino también, pueden apoyarse en la elaboración de bisutería muy
sutil y novedosa, - de hecho, todo aquí es novedoso- por lo que se podía admirar
en ellas. Nos comenta, su dueña, “el
detalle está en la fabricación y dedicación que ofrecen al trabajo que hacemos”
todo es hecho a mano, aquí nada es, ni trans, ni prefabricado.
“Las personas se
sienten a gusto con la elaboración de artesanía ecuatoriana, no se diga el caso
de los artículos de uso femenino”, nos comenta, haciendo lucir su juego de
pendientes de color azul cielo. Se pueden encontrar accesorios como: carteras
hechas con envolturas de frituras, billeteras tetra pack, monederos de casetes,
carteras discográficas, partes del computador utilizadas como adornos para el
refrigerador, prendedores hechos de masa pan, aretes con vistosos colores y
formas, pulseras con destellos de piedras y tejidos a mano, etc.
Aún
así, ante este mundo de cosas, lo que más
llama la atención, y sin lugar a dudas, es su invento, muy gracioso e intrépido,
en cuanto a su accionar. Cuenta su dueña “es de ver a la gente, como disfruta que
la bicicleta este en el patio, y más aún que tenga una licuadora a bordo”, pues
así lo asegura doña Pastora, como gusta que la llamen sus amigos, ahora
convertido en uno más de ellos, podemos disfrutar de una charla mas amigable.
Pastora, la propietaria de este sitio muy especial nos cuenta que la casa es
suya, pero la idea no, como nos lo afirma entre risas.
Es un lugar que
procura dar rienda suelta a la imaginación, y así nos lo demuestran con la
“bici-licuadora” pasamos a ser parte de esta gran aventura de sabor y color. Entre
risa y mucho asombro nos cuenta: “la idea fue de mi hija, ella es la que está
manejando el restaurante, la gente se queda asombrada al ver la licuadora situada
arriba de la bicicleta, muchos creen que se van a desparramar las frutas en sus
espaldas o se mancharan sus camisas por el movimiento a causa del pedaleo…” pero sin lugar a dudas una buena y saludable
manera de hacerse un buen jugo, además que sale en promoción, dos por uno.
Pero mucho ojo
en los detalles, en cuanto a la comida se refiere, ofrece una gran variedad de
platos típicos del Ecuador, pero al mejor estilo vegetariano y por que no
decirlo, una sana y distinta manera de darle sabor a la vida y transportar al paladar al éxodo de la
amargura.
En su carta de
presentación resaltan sin lugar a dudas los alimentos vegetarianos, así nos
adentramos en su -república independiente- como
llame de cariño a su cocina, es que allí no mete mano ninguno, mas que
ella y sus personas de confianza, mejor dicho, casi nadie. De esta manera
logramos el cometido y desde una ventanilla podíamos divisar el color vino
tinto de su mandil de trabajo. En una de sus esquinas pude observar un nombre
que decía: “OKARA”.
-doña Pastora,
¿qué significa “OKARA”?
-“OKARA”
significa…- cómo le digo-
-ummmm-
significa, el residuo de la soya, en japonés, de hecho tenemos un producto
llamado “soyoneza”, muy apetecido por la gente.
Mientras prepara
el pedido para un cliente. Nos comenta. “La comida o mejor dicho la cultura
alimenticia que llevamos es muy mala, fíjese, comemos solo carne, nos comemos
el dolor que produce la muerte del pobre animalito – se aflige- , de la
alimentación depende todo, todo esta en ella, de ella pende nuestro carácter,
nuestro estado de ánimo, nuestra forma de vida, de la alimentación depende hasta
la forma de proceder de la gente, -agita
sus manos- nos indica que las personas consumidoras de carne tienden a ser más
agresivas, - viscerales- no les es fácil controlar sus impulsos, se enferman de
todo, envejecen más rápido, todas las enfermedades que tienen los animales, las
tenemos todos, el dolor, la angustia que padece el animal al ser sacrificado
queda en la carne y eso produce en las personas, la ira. La rabia.
-Imagínese… uno
camina por la calle, medio le topan, y se regresan y le insultan o le quedan
viendo mal, todo esto es a causa de la mala alimentación, no les importa nada,
al ingresar al servicio público es lo mismo o peor, ingresar es meterse a una
estampida.
Los animales
engordan a base de hormonas, transgénicos, cultivos que no se sabe donde o cómo
los producen, la sociedad necesita mejorar su estilo de vida, llevar una dieta
sana, alimentarse sanamente…
Luego de una
charla alimenticia, nos dirigimos a nuestro lugar para comer, es un momento muy
especial, primera comida completa vegetariana, al mas puro estilo de la doña
“Pastora”.
Ahora si, viene
la carta y en ella se ve reflejado todo el amor que dedica a cada una de sus
presentaciones y platos a servir, esta ocasión y siendo mi una de mis comidas
preferidas, opté por una hamburguesa, y que mejor sino al estilo vegetariano,
un plato andino, <<que no era más, sino un llapingacho>>, té de
coca sería el acompañante de un buen quimbolito. Para cerrar la noche y alegría
por conocer un lugar tan maravilloso, nada mejor que un buen vino de la casa,
al puro estilo hervido.
Unas tortillas
acompañadas con carne de soya <<llamada también, carve>> y servidas con salsa de alto gusto, es lo que
nos invita a probar la Chef “Pastora” y su ayudante, Paulina, una compatriota
afro descendiente, que con sazón y alegría, brindan sabor y dulzura, además que
con su carisma, atraen a sus comensales. Realmente no había saboreado una
hamburguesa tan sabrosa. Otro sabor. Otras texturas merodeaban mi paladar.
Suavidad. Sabor. Éxtasis.
Con mucha
dedicación prepara cada uno de sus platos, que además de ser saludables, conservan,
como nos cuenta, mucha pasión ecuatoriana. Además de poseer una gran variedad
de ají, del cual no pretenden tomar partida, pero muestra que hay muchas clases
de este y que en el restaurante pretende una mención especial: ají de pepa de
zambo, ají de hierbas, ají de chochos y el infaltable ají de maní, que acompaña
a todo lo buen quiteño, que sabe, <<donde
hay buen ají, hay buena comida. >>.
Al degustar la
comida puedo sentir el esfuerzo y la dedicación en cada una de las
presentaciones, que sin ir a la exageración a uno le ofrecen una gran variedad
de sabores a combinar en el paladar, su textura y sabor son únicos, tanto en
beneficios como en sabor tienen el agrado hasta de los paladares mas exigentes.
Esta, una nueva propuesta sustentable,
turística, cultural y eco-lógica como la llama su emprendedora, Lorena Criollo,
se levanta en el centro de la ciudad capital, rodeada de un paisaje símbolo de
la urbe, contemplarlo a la luz de la luna es una de las mejores alternativas y
propuestas que se pueden hacer como otra de las opciones gastronómicas que
brinda la ciudad.
Disfrutando de
mi comida, pude escuchar los comentarios de una pareja de casados, un señor de
alrededor de cincuenta años le decía a su esposa:
-Que delicia,
este si es un sabor especial, totalmente diferente.
- Y con más de
astucia, la increpaba.
-Ojala sea así
la comida en la casa, de lo contrario tocará venir todos los días acá, y
llenarse de placer, -por que esto si que se merece que lo llamen así-, decía
aquel señor a su esposa, que no hacia nada mas que comer. Mastica y traga,
mastica, hace caras lo disfruta y vuelve a tragar.
“La cocina
moderna posee una gran variedad de avances científicos, este no es el caso de
nuestra carta de presentación, queremos que las personas lleven un mejor estilo
de vida”, asegura y así brindar una nueva alimentación, pero al mejor estilo de
nuestro país.
Desde tiempos
remotos el hombre ha intentado por medios de cocción elevar el sabor mediante la
combinación de sabores y productos, llegar a resultados gastronómicos
suculentos y apetitosos.
Igualmente ha
buscado motivar al gusto y consumo de sus preparaciones a partir de una buena
presentación y decoración, es así que esta alternativa de comida se exhibe con
la mejor estrategia de presentación, herramientas adecuadas para el goce total
de la comida, que como uno de los placeres más agradables, tanto como el sexo y
las necesidades biológicas, las cuales se vuelven entre sí, los mayores
exponentes de lo que podemos llamar vida sana y natural.
Y no era de
esperarse menos de estas emprendedoras quiteñas al mando de esta cocina, bueno
realmente no son de la ciudad, llegaron como hace veinte años nos supo indicar
“Pastora”.
De allí la
importancia de que es lo que presentan a sus comensales, “el papel que
representan cada uno de los platos es fundamental y al momento de aderezarlos
ni se diga” trátese de vegetales, existen una gran variedad de propiedades que
estos ofrecen a nuestro cuerpo, no menos importan las frutas, de ahí nació la
idea de la “bici-licuadora”, una idea que tiene ya sus adeptos, desde que
empezamos.
Casi que
adentrándose mas nos comenta” la influencia que tienen los colores, cuya
tonalidad y acertada combinación constituyen en el santo y seña del punto óptimo
de cocción, en cuanto a la preparación que se este efectuando. Cortes, colores,
temperaturas, recipientes y artefactos, son los componentes que dan esta
coreografía necesaria para ser parte de este mundo gastronómico.
La experiencia
deja muchas satisfacciones, no solo que se logra compartir un espacio nuevo e
innovador y sobre todo acogedor, lleno de tradición, historias y formas
bizarras, que nos transportan nuevamente a nuestra infancia, donde queríamos
introducir a la licuadora todo cuanto se aparezca frente a nosotros, y crear
mundos de colores sin importar a que puedan saber, salir de ellos o quien pueda
aparecer.